Los
Leones Hambrientos (Lectura)
La aldea, está ubicada en
algún lugar perdido del África, era un lugar encantador. Las casas de los nativos
estaban hechas de madera y paja, y estaban alineadas alrededor de una estatua
que medía varios metros de altura y representaba a su dios.
No lejos de allí bullía la
vida salvaje que, a pesar de su salvajismo, guardaba un orden misterioso. Las
plantas crecían libremente y existía una gran variedad de flores. Los venados pastaban
despreocupadamente, y además de hierba consumían hojas frescas de otras
plantas. Los leones, por su parte, cazaban venados; pero su cacería no afectaba
la vida de las manadas, porque sólo cazaban a los ejemplares más débiles o
viejos, mientras que los ejemplares fuertes y jóvenes seguían multiplicándose.
Había abundancia de pájaros
y también de bulliciosos monos, espigada avestruces y astutos zorros. Muy cerca
de la aldea corría un río cristalino y caudaloso, y allí bebían todos los
animales de la selva por turnos para evitar conflictos. Una tarde de verano,
cuando el sol brillaba en el cielo como una pelota roja y gigantesca, llegaron a
la aldea cinco hombres blancos, armados con poderosos fusiles, y reclamaron la presencia
del jefe de la tribu. Cuando éste se hizo presente, los hombres blancos, a través
de un traductor, le pidieron permiso para cazar venados, con el fin de enviar su
carne a los mercados de Europa. Inicialmente el jefe desechó tal posibilidad, pero
después de varias horas de conversación, y deslumbrado por los collares de
piedras artificiales y los relucientes espejos que recibió como regalo de los
blancos, terminó por acceder.
Los hombres blancos se
alegraron por esta decisión, favorable para ellos pero desfavorable para los
nativos, y al día siguiente comenzaron la matanza de los venados. La carne de
los venados era transportada en camiones frigoríficos que llegaron hasta allí
desde un puerto marino situado a 20 millas del lugar. La matanza se prolongó durante
cuatro semanas.
Cuando los hombres blancos
terminaron con todos los venados, desaparecieron con sus camiones, tal como
habían llegado. Pero la sangre de los animales muertos había fecundado el
suelo, y las flores de las plantas comenzaron a abrir sus corolas con pétalos
de un color rojo intenso, y en vez de oler a perfume olían a sangre. Los leones
seguían allí, pero no tenían de qué alimentarse. El hambre los enloquecía y los
hacía más agresivos y peligrosos para los hombres de la tribu. El jefe de la tribu comprendió su ingenuidad
y, con lágrimas en los ojos, lloró arrepentido por haber permitido la cacería
de venados. Pero ya era demasiado tarde. Una tarde, especialmente tenebrosa y
oscura, los leones hambrientos comenzaron a merodear por la aldea, y después de
acercarse sigilosamente entraron en las frágiles chozas de los nativos y los
devoraron a todos.
Adriana
Lozano
Los ecosistemas y sus componentes
Resuelva este test de acuerdo a la lectura anterior y con los conceptos previos ya vistos.
Para tejer ideas claras sobre el hilo conductor los estudiantes participan del
siguiente ejercicio de selección de respuestas, que se encontrará en un aplicativo de
multimedia. Éste tendrá una intencionalidad evaluativa.
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